Fases en la rehabilitación de chimpancés
Primera fase – Cuidado veterinario y cuarentena
Cuando los bebés llegan al Centro, sufren frecuentemente desnutrición crónica, deshidratación y una serie de infecciones parasitarias o bacterianas. Este fue el caso del pequeño “Mambou”, por ejemplo, que llegó a Tchimpounga pesando tan sólo 2 kilos. Aquí recibió atención veterinaria (curas y medicinas) y los cuidados necesarios para que recuperase su salud.
Segunda fase – Estabilización y ayuda psicológica
Mambou fue estabilizado y recibió el apoyo emocional que necesitaba para salir adelante tras el trauma de perder a su madre y ser usado como mascota. Esto significa un trato directo durante 24 horas con un par de cuidadores o cuidadoras con las que desarrolla fuertes vínculos. Estos cuidadores le dan un entorno estable, lo limpian y lo bañan, le dan leche y le animan a empezar a comer fruta. La cría mejora su estado físico y mental, con el apoyo de una cuidadora que ejerce de madre sustituta.
Tercera fase – Aprendiendo a interactuar con otros chimpancés jóvenes
Para que los chimpancés jóvenes desarrollen sus conductas más naturales necesitan aprender a interactuar y a jugar con otros chimpancés jóvenes. Por esta razón, Tchimpounga tiene un grupo de guardería de día cuando son pequeños, y con ayuda de sus cuidadores, un recién llegado puede empezar a explorar su entorno, trepar árboles y hacerse amigo de otros de su edad.
Cuarta fase – El primer paso para la independencia
Cuando los jóvenes chimpancés van creciendo y empiezan a querer explorar lejos de sus cuidadores en la guardería, es más difícil controlarlos. En esta fase empiezan la integración lenta en el grupo independiente más joven. Por ejemplo, “La Vieille”, una vieja chimpancé que al principio era muy asocial e incapaz de vivir integrada con otros adultos, tras perder a su anciano compañero Gregoire aceptó alegremente ser mamá sustituta de las nuevas crías, hasta su fallecimiento. Fue una relación beneficiosa para todos: los jovencitos tuvieron durante años una mamá chimpancé y La Vieille rejuveneció en su rol de mamá o abuela.
La Vieille cuidando de nuevos "hijos" (Foto IJG/Fernando Turmo)
“Djoni”, un macho de dos años y medio, ha superado la guardería y ha empezado su integración en este grupo independiente. Esta transición es un proceso gradual ya que cada individuo debe empezar a integrarse voluntariamente en el grupo. Generalmente requiere un tiempo de contacto cada día durante varias semanas. Esto evita que tengan una sensación de abandono por parte de su cuidadora, reforzando el siempre importante sentido de la seguridad y de pertenencia que cada chimpancé necesita. Una vez que el nuevo chimpa se ha hecho amigo del grupo y no busca más a su cuidador para obtener seguridad, la transición se habrá completado. Hay tres grupos según las edades de estos infantes y juveniles, y cada grupo se desarrolla por su cuenta, siendo ésta la mejor aproximación dado el número de chimpancés que llegan a Tchimpounga cada año. El grupo de juveniles de entre 4 y 8 años aproximadamente realiza salidas diarias a un bosque cercano, acompañado por varios cuidadores, para explorar la selva y desarrollar sus habilidades físicas. Puedes ver un vídeo de las salidas y otras labores diarias en Tchimpounga aquí.
Quinta fase. Bienvenidos a la sociedad chimpancé
Cuando los chimpancés llegan a los 7-9 años, están preparados para entrar en una sociedad chimpancé con adultos y su complicada jerarquía de dominación y grupos de diferentes edades. Estos chimpancés tienen un recinto forestal con grandes árboles donde pasan el día y una instalación como dormitorio para volver por la noche. Reciben el desayuno y la cena en los dormitorios, y el resto de la comida en el recinto exterior. Aquí aprenden la importancia de la estructura social, a establecer aliados y el intrincado funcionamiento de una sociedad chimpancé.
Sexta fase – La escuela de la selva
El equipo del Instituto Jane Goodall en Tchimpounga ha construido instalaciones en tres islas del norte de la Reserva Natural de Tchimpounga. Estas islas, de entre 100 y 40 hectáreas aproximadamente, ofrecen a los grupos de chimpancés la oportunidad de tener un estilo de vida bastante libre y de desarrollar las habilidades necesarias para sobrevivir en su hábitat natural. Estas habilidades incluyen la creación de nidos, encontrar y cazar insectos y moverse a través de una selva tropical. La meta en esta fase es proveer a los chimpancés de un repertorio básico de habilidades necesarias para desarrollarse dentro de la selva. Ya hay más de 60 chimpancés liberados en estas islas.
Séptima fase – Transición al hábitat natural
Se siguen desarrollando métodos para intentar liberar chimpancés completamente con éxito, lo cual es un tema muy complejo. Esencialmente, cada animal tiene que estar equipado con una serie de habilidades y conocimientos para encontrar comida y evitar predadores; y el grupo, como un todo, debe tener vínculos sociales para establecerse y defender un territorio. Estos vínculos sociales son particularmente importantes entre los machos, que se enfrentan a la gran amenaza de los chimpancés salvajes vecinos. Se tarda meses o años en desarrollar estas habilidades y suponen un coste significativo de recursos humanos y económicos.
Octava fase – Animales que no pueden liberarse
Desafortunadamente, siempre habrá individuos que no están en condiciones de ser liberados o que se resisten a serlo. Estos individuos pueden tener limitaciones físicas que impiden su posibilidad de supervivencia en la selva. Quizá mantienen un daño psicológico irreversible que les impide integrarse en una sociedad chimpancé; quizá tienen una enfermedad crónica que puede poner en peligro a otras poblaciones salvajes o quizá forman parte de una subespecie diferente y no es posible liberarlos aquí, en Congo. El Instituto Jane Goodall se dedica a proveer a todos estos individuos de un entorno seguro y enriquecedor durante el resto de su vida. Esto puede suponer un compromiso de cuidados por quizás 60 años y un coste de miles de euros por individuo, que debe asumir el IJG desde que se hace el rescate.
El desafío de mantener a más de 140 chimpancés felices y sanos es memorable, y es posible gracias al trabajo incesante de sus empleados y el apoyo de los socios y donantes del IJG.