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Mensaje de Jane Goodall sobre Nelson Mandela


Fallece el hombre que utilizó como armas la sabiduría, el amor y el perdón

Es difícil imaginarse el mundo sin Nelson Mandela. Durante mucho tiempo, ha sido el icono que salvó a Sudáfrica de ese régimen malvado, el apartheid, sin causar un baño de sangre.
Encarcelado durante 27 años, fue torturado física y psicológicamente, humillado y aislado del mundo exterior. Cuando se le liberó, ¿cómo le fue posible instar a la Sudáfrica negra a perdonar las injusticias del pasado? Y eso fue precisamente lo que hizo. Debido a eso, por ser quien fue, fue recibido como el padre de la nueva nación arcoíris y, como presidente electo, consiguió guiarla hacia un nuevo futuro.


 
Qué suerte para los sudafricanos y para el mundo entero que, a diferencia de otros luchadores por la libertad como Mahatma Gandhi o Martin Luther King Jr., Nelson Mandela no fuera asesinado por su valentía de enfrentarse a la injusticia. Al contrario, durante 27 largos años, sobrellevó “los golpes y los dardos de su injusta fortuna”, citando a Shakespeare, y no fue destruido, sino que se hizo más fuerte y se llenó de valor. Más que amargarse y llenarse de odio hacia sus enemigos, aprendió a comprenderlos e, incluso, sintió compasión por ellos cuando su régimen absurdo y odioso se derrumbó. Y cuando volvió al mundo, a la vida que le habían arrebatado, acometió una tarea que parecía imposible y convirtió lo imposible en realidad: el surgimiento de la nueva nación arcoíris.
Durante años, he llevado conmigo un trozo de roca de la cantera de caliza de la prisión de la Robben Island donde Mandela trabajó bajo la supervisión despiadada de sus carceleros. Delante de cientos de miles de personas la he sostenido como símbolo del indomable espíritu humano. Simboliza también el triunfo definitivo de lo bueno sobre lo malo.
Nunca tuve la oportunidad de llegar a conocer en profundidad a Nelson Mandela, pero coincidimos en dos ocasiones. Y pude sentir el poder de este hombre tan importante en cada una de ellas. Él tenía un aura de determinación implacable, sutilmente mezclada con una transparente paz espiritual, la seguridad de quien sabe que ha luchado por la causa correcta, de quien ha caminado el camino correcto. La sabiduría, el amor y el perdón fueron sus armas. Y tenía también ese particular brillo en los ojos. ¡Seguramente no habría podido sobrevivir sin ese sentido del humor! Me quedé con una impresión vívida del hombre bajo la capa del héroe que le ha sido merecidamente colocada por un mundo que le admira.
Nos duele su pérdida. Nos alegran sus logros. Rezamos para que su espíritu sobreviva y continúe guiando a su país en los retos del presente y del futuro.

Jane Goodall, Ph.D., DBE
Fundadora del Instituto Jane Goodall & Mensajera de la Paz de las Naciones Unidas.




08/12/2013
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