Advierten sobre la extinción de los grandes simios
Podrían desaparecer durante el siglo próximo
Los grandes simios, los parientes más cercanos a los seres humanos, se acercan a su extinción y, además de su pérdida, la humanidad debería temer perder el conocimiento biológico que podría morir con ellos, dice el primatólogo Craig Stanford, el codirector del Centro de Investigación Jane Goodall en la Universidad de California del Sur.
Stanford sostiene que cuatro tipos de grandes simios —chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes— podrían extinguirse en el próximo siglo. En su nuevo libro, Planet without apes (Planeta sin simios), Stanford explica que es consecuencia de la destrucción del hábitat, la caza ilegal, el mercado negro de carne furtiva, las enfermedades y la inestabilidad política.
En una entrevista a la CBC dijo que los humanos comparten la mayor parte de su secuencia de ADN con los grandes simios, especialmente con los chimpancés y con los bonobos, con los que solo tenemos un puñado de diferencias en la estructura genética. “Estamos, obviamente, hechos del mismo tipo de material,” comentó. “Estamos hechos de la misma tela, y, cuando los miramos, nos vemos a nosotros mismos.” Perder a los grandes simios también significaría, entre otras cosas, perder una oportunidad para saber más sobre los seres humanos.
La población de grandes simios se encuentra en una situación “precaria”. La gente no suele tomarse en serio tu teoría cuando dice que la población de grandes simios está en peligro porque, en total, el número en la actualidad parece alto.
Según WWF (World Wildlife Fund) existen:
• entre 100.000 y 200.000 gorilas,
• de 150.000 a 250.000 chimpancés,
• de 10.000 a 50.000 bonobos,
• alrededor de 48.500 orangutanes.
Stanford explica que él compara las poblaciones chimpancés que se han reducido drásticamente con la población humana —de alrededor de siete mil millones y en ascenso.
Solo entonces, dice, la gente “se da cuenta de cuán precaria es su situación, qué cerca están de desaparecer”.
La población de simios ha sufrido por varios motivos, entre ellos, la destrucción del hábitat, la caza furtiva y un mercado negro de carne procedente de ésta. La carne de grandes simios está considerada una exquisitez en algunas regiones de África, dice Stanford. Algunas personas matan a los grandes simios con fines comerciales introduciendo de contrabando la carne en las ciudades donde hay tradición gastronómica de carne de selva.
Se transportan toneladas de carne procedente de la caza furtiva a Bruselas, París, Nueva York y Londres y se venden en mercados negros cada año. La mayor parte proviene de animales pequeños, como antílopes y cerdos. La población de grandes simios, que es lenta reproduciéndose, no puede sobrevivir a este tipo de caza a nivel industrial, explica. De media, una gorila da a luz una vez cada cuatro o seis años, según WWF.
Stanford ve el ecoturismo como una solución posible para ayudar a salvar a los grandes simios, pero esto también preocupa a los conservacionistas porque puede ser “una espada de doble filo.” Da a los un incentivo a la población local para proteger al animal en peligro de extinción, dice, porque “son más valiosos vivos que muertos” ya que los turistas se acercan al área y pagan para ver a estas especies. Sin embargo, dice, “el sistema puede romperse muy fácilmente” cuando los países carecen de democracia y de estabilidad política. Si los turistas creen que el área es peligrosa, dejarán de visitarla y se eliminará el incentivo para respetar a esos animales.
También se corre un gran peligro de llevar enfermedades a su hábitat, explica, dejando a la gente acercarse tanto a ellos y construyendo infraestructuras—como cabañas de safaris y sistemas de gestión de residuos— para mantener el ecoturismo.
A pesar de todo, Stanford continua con la esperanza de que el mundo no deje extinguirse a los grandes simios. "Desearía que… en el siglo XXII tuviéramos un buen equilibro de áreas protegidas y poblaciones salvajes,” explica “y buenas razones para que la gente local no quisiera terminar con esas áreas naturales nunca más."
Stanford sostiene que cuatro tipos de grandes simios —chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes— podrían extinguirse en el próximo siglo. En su nuevo libro, Planet without apes (Planeta sin simios), Stanford explica que es consecuencia de la destrucción del hábitat, la caza ilegal, el mercado negro de carne furtiva, las enfermedades y la inestabilidad política.
En una entrevista a la CBC dijo que los humanos comparten la mayor parte de su secuencia de ADN con los grandes simios, especialmente con los chimpancés y con los bonobos, con los que solo tenemos un puñado de diferencias en la estructura genética. “Estamos, obviamente, hechos del mismo tipo de material,” comentó. “Estamos hechos de la misma tela, y, cuando los miramos, nos vemos a nosotros mismos.” Perder a los grandes simios también significaría, entre otras cosas, perder una oportunidad para saber más sobre los seres humanos.
La población de grandes simios se encuentra en una situación “precaria”. La gente no suele tomarse en serio tu teoría cuando dice que la población de grandes simios está en peligro porque, en total, el número en la actualidad parece alto.
Según WWF (World Wildlife Fund) existen:
• entre 100.000 y 200.000 gorilas,
• de 150.000 a 250.000 chimpancés,
• de 10.000 a 50.000 bonobos,
• alrededor de 48.500 orangutanes.
Stanford explica que él compara las poblaciones chimpancés que se han reducido drásticamente con la población humana —de alrededor de siete mil millones y en ascenso.
Solo entonces, dice, la gente “se da cuenta de cuán precaria es su situación, qué cerca están de desaparecer”.
La población de simios ha sufrido por varios motivos, entre ellos, la destrucción del hábitat, la caza furtiva y un mercado negro de carne procedente de ésta. La carne de grandes simios está considerada una exquisitez en algunas regiones de África, dice Stanford. Algunas personas matan a los grandes simios con fines comerciales introduciendo de contrabando la carne en las ciudades donde hay tradición gastronómica de carne de selva.
Se transportan toneladas de carne procedente de la caza furtiva a Bruselas, París, Nueva York y Londres y se venden en mercados negros cada año. La mayor parte proviene de animales pequeños, como antílopes y cerdos. La población de grandes simios, que es lenta reproduciéndose, no puede sobrevivir a este tipo de caza a nivel industrial, explica. De media, una gorila da a luz una vez cada cuatro o seis años, según WWF.
Stanford ve el ecoturismo como una solución posible para ayudar a salvar a los grandes simios, pero esto también preocupa a los conservacionistas porque puede ser “una espada de doble filo.” Da a los un incentivo a la población local para proteger al animal en peligro de extinción, dice, porque “son más valiosos vivos que muertos” ya que los turistas se acercan al área y pagan para ver a estas especies. Sin embargo, dice, “el sistema puede romperse muy fácilmente” cuando los países carecen de democracia y de estabilidad política. Si los turistas creen que el área es peligrosa, dejarán de visitarla y se eliminará el incentivo para respetar a esos animales.
También se corre un gran peligro de llevar enfermedades a su hábitat, explica, dejando a la gente acercarse tanto a ellos y construyendo infraestructuras—como cabañas de safaris y sistemas de gestión de residuos— para mantener el ecoturismo.
A pesar de todo, Stanford continua con la esperanza de que el mundo no deje extinguirse a los grandes simios. "Desearía que… en el siglo XXII tuviéramos un buen equilibro de áreas protegidas y poblaciones salvajes,” explica “y buenas razones para que la gente local no quisiera terminar con esas áreas naturales nunca más."
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