El príncipe Harry entrevista a la Dra. Goodall
En Windsor, Inglaterra, el día está nublado, con un tempestuoso clima amenazando con cambiar la localización del exclusivo encuentro entre la legendaria etóloga Dra. Jane Goodall y Harry, el duque de Sussex. "La lluvia cesará para Jane", vaticina la experimentada Mary Lewis, vicepresidenta del Instituto Jane Goodall en el Reino Unido. Y poco despúes la lluvia se detiene, y también el pequeño equipo que les sigue para la entrevista. A continuación, reproducimos una traducción de la cálida conversación que mantuvieron la doctora Jane y el príncipe Harry para la edición de septiembre de VOGUE sobre medioambiente, responsabilidad y cambio climático.
Príncipe Harry: Jane, eres y has sido conocida principalmente como una primatóloga de fama mundial, pero, en algún punto, has decidido centrarte en las personas y la problemática humana relacionada con la conservación. ¿Cómo y por qué ha sucedido este cambio?
Dra. Jane Goodall: Ocurrió en 1986. Ayudé a organizar una conferencia que reunía a científicos que hacían estudios comparativos sobre el comportamiento de los chimpancés en diferentes entornos. Mantuvimos una sesión sobre conservación y sobre las condiciones dentro de los laboratorios de investigación biomédica, lo cual supuso un auténtico shock. No pude conciliar el sueño después. Acudí como científica y salí convertida en activista, como portavoz de la defensa del medioambiente y los animales. Hubo un momento crítico cuando sobrevolé (el parque nacional de) Gombe, que había sido parte del cinturón de bosque ecuatorial en los años 60 y 70. Pero en la década de los 90 se había convertido en una pequeña isla de selva rodeada de colinas desiertas. La gente estaba luchando por sobrevivir. Ahí fue cuando me di cuenta: si no ayudamos a esas personas, no podemos siquiera intentar salvar a los chimpancés.
PH: ¿Has encontrado cada vez más apoyo con el paso del tiempo o has descubierto que es cada vez más complicado conseguir financiación para estas causas?
JG: Hay más apoyo, más conciencia. Pero, al mismo tiempo, hay mucha apatía. El principal mensaje que difundo es: cada persona tiene un impacto en el planeta cada día. Y tú puedes elegir qué comprar, ver de dónde proviene... Pero lo primero que debemos hacer es trabajar para paliar la pobreza, porque si eres realmente pobre, talarás hasta el último árbol porque debes sobrevivir. Aceptarás dinero por matar a un elefante, porque debes sobrevivir.
PH: Sientes una empatía extrema por todos los animales, sobre todo por los primates, y has conectado con ellos como ninguna otra persona ha conseguido. ¿Qué has aprendido del estudio de los chimpancés?
JG: Tengo que admitir que mi animal favorito no es un primate en absoluto; es el perro. Amo a los perros. Cuando acudí a la Universidad de Cambridge, me dijeron que no podía decir que los chimpancés tienen personalidades, mentes, emociones, y que debía designarlos con números, no con nombres; debía ser "objetiva". Fue mi perro el que me enseñó, cuando era pequeña, ¡que estaban equivocados! Hemos cambiado el pensamiento científico. Ahora puedes estudiar el intelecto y las emociones de los animales. La principal diferencia entre chimpancés y humanos es que nosotros hemos desarrollado un lenguaje hablado. Puedo hablarte sobre cosas que no has visto y tú puedes hacer lo mismo, podemos discutir sobre nuestros diferentes puntos de vista. Por lo tanto, ¿cómo es posible que la criatura más inteligente que ha pisado la Tierra, que ha enviado un cohete a Marte desde el cual un pequeño robot sigue enviando fotografías, esté destruyendo su único hogar? Parece haber una desconexión entre el inteligente cerebro humano y el corazón (como metáfora del amor y la compasión). Y ahora estamos tomando decisiones sin basarnos en la premisa de "cómo afectará esto a las futuras generaciones", sino pensando "cómo me afectará a mí ahora mismo", "cómo me afectará en las próximas elecciones", "cómo influirá en la próxima junta de accionistas". Nos hemos vuelto materialistas, codiciosos, y eso se ha extendido por todo el mundo.
PH: Somos la única especie en el planeta que parece pensar que este lugar nos pertenece a nosotros y solo a nosotros.
JG: Es una locura creer que podemos tener un desarrollo económico ilimitado en un planeta con recursos naturales limitados. Hay mucha violencia, guerra y sufrimiento en la Tierra hoy en día, pero somos parte de un planeta natural y, si no aprendemos a vivir en armonía con él, todo irá a peor. Aumentarán los conflictos, la gente luchará por el último pedazo de tierra fértil, la última gota de agua fresca.
PH: Lo que debemos recordar a todo el mundo es que todo esto está pasando ahora mismo. Ya estamos viviendo en esa realidad. Somos la rana en el agua que ya ha empezado a hervir, lo cual es espantoso.
JG: Ha pasado y está pasando. Es terrible, especialmente desde tu punto de vista, que acabas de tener un bebé.
PH: (Risas) Lo sé.
JG: Bueno, hace que lo veas diferente, ¿no?
PH: Sí lo hace diferente. Curiosamente, creo que siempre he tenido una conexión y amor especiales por la naturaleza, gracias a las personas que he conocido y los lugares que he tenido la suerte de visitar. Ahora lo veo de una manera distinta, sin duda. Pero siempre he querido asegurarme de que, incluso antes de tener un bebé o deseado tener hijos...
JG: ¡No demasiados!
PH: ¡Máximo, dos! Pero siempre he pensado que este lugar es prestado. Y, por supuesto, siendo tan inteligentes como somos o tan evolucionados como se supone que somos, deberíamos ser capaces de dejar algo mejor para las generaciones futuras.
JG: Pero, de hecho, hemos robado su futuro. No todo, pero debemos intentar recuperarlo un poco. Y unirnos para intentar enmendar un poco del daño causado y, por lo menos, ralentizar el cambio climático.
PH: Lo que me encanta de tu trabajo es que te centras en las generaciones jóvenes. Cuando empiezas a deshacerte de todas las capas superficiales, el comportamiento enseñado, el comportamiento aprendido, el comportamiento basado en la experiencia, empiezas a librarte de esas capas y, al fin y al cabo, somos todos humanos.
JG: Especialmente si juntamos a niños pequeños, ¡no hay diferencia alguna! Ellos no se dan cuenta, "mi piel es blanca, la mía es negra", hasta que alguien se lo dice.
PH: Está claro, al igual que los estigmas son transmitidos de generación en generación, tu forma de ver el mundo, la vida y las personas es algo que te ha sido enseñado. Lo has aprendido de tu familia, de las generaciones anteriores, de la publicidad o de la observación del entorno. Y, por eso, uno tiene que tener una perspectiva más amplia. Volviendo a las preguntas, ¿cómo ha influido tu aprendizaje sobre los chimpancés en el modo en el que ves a las personas?
JG: Tenemos muchos instintos. Al estudiar a los chimpancés y ver las similitudes que tenemos, se hizo obvio que hemos heredado tendencias agresivas. Cuando echas una mirada alrededor, están en todas partes. No son aprendidas. Simplemente...están ahí. Te enfadas. Pero, con nuestro cerebro, podemos controlarlas en gran medida.
PH: Es como un sesgo inconsciente, algo que muchas personas no comprenden, por qué se sienten de esa manera. Pese a que si le dices a alguien "lo que acabas de expresar, o la manera en la que te has comportado, es racista", se girarán y dirán "No soy racista". "No digo que seas racista, solo digo que, inconscientemente, estás mostrando eso, porque la manera en la que has sido educado, el entorno en el que has sido educado, te sugiere ese punto de vista, un punto de vista inconsciente, desde el cual, de forma natural, mirarás a ciertas personas de un modo diferente". Y este es el momento en el que las personas deben empezar a comprender.
JG: Los niños son enseñados a odiar. Se les enseña realmente a odiar.
PH: Solo se odia si te han enseñado a hacerlo. ¿Qué podemos aprender de la naturaleza? Siempre se dice "por un lado está la naturaleza, y por otro lado estamos nosotros". Pero somos parte de ella, somos naturaleza. A no ser que reconozcamos que somos parte de este ciclo, estaremos siempre luchando contra el mismo. Es inevitable, porque somos muy buenos en la destrucción, acabaremos ganando y la naturaleza acabará perdiendo.
JG: Pero no ganaremos, porque, cuando la naturaleza pierda, será el fin de todos nosotros. Dependemos de la naturaleza, del aire limpio, del agua limpia.
PH: Siempre pienso para mí mismo, cada vez que hay un desastre natural, un gran aumento de erupciones volcánicas, terremotos o inundaciones, ¿cuántas pistas más nos tiene que enviar la naturaleza para que aprendamos, para que nos percatemos del daño y destrucción que estamos causando?
JG: Pienso que algunas de las personas que están en lo más alto son conscientes. Pero, para ellos, el beneficio inmediato, el enriquecimiento inmediato...es solo codicia. Y después está toda la gente que siente que no hay nada que puedan hacer para solucionarlo, así que "come, bebe y disfruta, que mañana estaremos muertos". Por eso es tan importante esta nueva atmósfera de lucha. Por eso mi gran esperanza es la juventud.
PH: Ellos son la solución. Digo "ellos", yo ya tengo 34 años, así que...
JG: ¡Tu todavía entras en la categoría de joven!
PH: ¿Ah, sí? ¡Fiu! Espero permanecer joven toda mi vida.
JG: Bueno, yo lo he logrado. Seguro que tú también lo consigues (risas).
PH: Bueno, tú te has rodeado de la gente correcta y has hecho las cosas correctas; y, mientras puedas ser joven de corazón, crecer es divertido en lugar de aterrador.
J.G: Exacto. Y, con suerte, te vuelves más sabio.
PH: Sí, indudablemente ganas sabiduría. Creo, al menos lo que he notado en mí mismo, que la vida se basa en evolucionar. Estás cambiando continuamente y, si no crees que cada día es un proceso de aprendizaje, entonces la vida va a resultar muy difícil.
JG: Algo nuevo cada día, eso es lo que me gusta. Entendiendo que cada día de tu vida marcas la diferencia. Esta mentalidad materialista...nos hemos apartado de toda conexión espiritual con la naturaleza, lo que, para mí, es de gran importancia.
PH: De hecho, se ha comprobado que los niños necesitan estar en contacto con la naturaleza para lograr un buen desarrollo psicológico. Hoy en día, hay niños que nunca tienen la oportunidad de adentrarse en la naturaleza. Pero para mí, personalmente, y estoy seguro de que para tí también, la naturaleza es una medicina. En muchas zonas, es gratis. Ahora, conozco cada vez a más personas que crecen en ciudades completamente desconectadas del mundo exterior.
JG: Por eso son tan importantes esos nuevos desarrollos verdes en las ciudades: jardines verticales, vegetación en los tejados...eso marca una gran, gran diferencia.
PH: Marca una gran diferencia. Hay una pregunta que me encantaría plantearte: ¿qué podemos hacer para animar a los líderes actuales y/o emergentes de los países que enfrentan los mayores desafíos respecto a la vida silvestre y la conservación?
JG: He conversado con algunos de estos líderes y, si sabes contar historias que les lleguen al corazón, a veces puedes conseguir que cambien su mentalidad. Nunca puedes predecir qué efecto provocará esa conversación en la gente. Una vez, me monté en un taxi para ir a Heathrow desde Londres. Estaba muy cansada, eran las 5 de la mañana y el taxista me reconoció. "Oh, usted es igualita a mi hermana, siempre está cuidando animales y deberíamos cuidar de las personas. Ella quiere ayudar a los gatos y perros callejeros, pero yo no tengo tiempo para eso". Así que me senté en el asiento auxiliar y comencé a hablarle; le hablé sobre los chimpancés, las historias, y sobre cómo se ayudan unos a otros y cómo pueden ser altruistas. No funcionó. Pero cuando llegamos a Heathrow, el conductor no tenía cambio. Me tendría que haber devuelto 10 libras, así que le dije "déselas a su hermana por su esfuerzo". Cuando regresé de Estados Unidos, me esperaba una carta de la hermana, que decía "En primer lugar, gracias por su donación. En segundo lugar, ¿qué le ha hecho a mi hermano? ¡Ha venido a ayudarme tres veces ya!". Si no fuese por esa carta, nunca lo habría sabido. Así que sí, siempre merece la pena.
PH: Siempre merece la pena. Pero hay mucha gente en el mundo que dice "Bueno, ¿de qué vale todo tu trabajo? ¿Qué efecto está teniendo realmente?". A veces tienes que ser capaz de girarte y decir "No lo sé".
JG: Por suerte, ahora puedo ver evidencias. He vivido lo suficiente para ver las pruebas de que ¡está funcionando!
PH: En cuanto a 'Roots & Shoots' ('Raíces & Brotes'), un programa que ofrece educación ambiental a la gente joven, específicamente, ¿cuál es tu mayor logro?
JG: Empoderar a la gente joven para que entiendan que pueden marcar una gran diferencia. Cuando tenía 10 años y quería ir a África, todo el mundo se reía de mí. Mi madre fue la única que me dijo: "Si realmente quieres eso, tendrás que trabajar realmente duro y aprovechar cada oportunidad". Y me encantaría que mi madre todavía estuviese aquí para ver la gran cantidad de personas que han dicho "Jane, gracias. Me has enseñado que, como tú lo has logrado, yo puedo lograrlo también".
PH: ¿Cómo mantienes la esperanza?
JG: En primer lugar, por la gente joven. En segundo lugar, por el impresionante intelecto humano. Hemos causado mucho daño con nuestra inteligencia, todavía seguimos haciéndolo, pero también hemos creado y mejorado una energía verde y limpia y, si el gobierno la financiase, muchas personas podrían mantenerse fuera de la red por completo. Así que nuestro intelecto puede ayudarnos realmente a vivir en mayor armonía y a que disminuyamos nuestra huella ecológica individual. En tercer lugar, la resiliencia de la naturaleza. Ya no hay más colinas desérticas en Gombe. Lugares que han sido destruidos por completo ahora son increíbles proyectos avanzando. La última de las razones para mantener la esperanza es el indomable espíritu humano.
(Esta entrevista es una traducción de la publicación original en la revista VOGUE UK el 30 de julio de 2019)
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