La Dra. Goodall y el IJG rechazan la caza deportiva y de trofeos
Se ha debatido en muchas ocasiones si la caza deportiva o "trophy hunting" beneficia o perjudica a los ecosistemas y a las poblaciones animales y humanas. La Dra. Jane y el IJG rechazan estas prácticas no éticas que además son negativas para individuos y poblaciones.
En primer lugar está la cuestión ética de asesinar a un ser vivo inocente, simplemente para presumir de ello. No hay argumentos para defender este sadismo. Algunas voces, que se olvidan del sufrimiento animal y de la ética, defienden que la caza para obtener el cuerpo o ciertas partes de animales como trofeos (throphy hunting) puede ayudar a la conservación de las especies. Para ello, se apoyan en argumentos como que los cazadores que practican este tipo de actividad pagan grandes cantidades de dinero, que posteriormente se invierten en la conservación de dichas especies para mantener su estabilidad. Sin embargo, la realidad es bien distinta, y esa ecuación olvida de entrada a los individuos cruelmente asesinados para ser exhibidos por gente sin empatía, que sin dudas podría usar sus recursos para proteger especies de otras maneras.
Por un lado, ya que algunos argumentan fines de "conservación" en este tipo de caza, hay que tener en cuenta que si la especie objetivo se enfrenta a otro tipo de amenazas, como la destrucción de su hábitat o el tráfico ilegal como suele ser el caso, el efecto de la caza deportiva se multiplica, haciendo inestable las poblaciones y acelerando su merma y desaparición. Así pues, tras la muerte del famoso león Cecil a manos de Walter Palmer, un dentista de Minnesota que pagó 50.000 euros por acabar con la vida de tan majestuoso animal, el House Committee on Natural Resources lanzó un informe relativo a esta premisa. En el mismo, se analizan los efectos de la caza de trofeos en las poblaciones de ciertas especies amenazadas: el león africano, el elefante africano, el rinoceronte blanco, el rinoceronte negro y el leopardo. Este informe concluye que la insostenible ratio de caza ha causado un descenso en la población de leones africanos y leopardos. Además, la limitación con vallas de las áreas de caza han fragmentado el hábitat e interrumpido las migraciones naturales. Por otro lado, la caza deportiva y furtiva de elefantes ha superado la ratio reproductiva de la especie. En conclusión, asegura el informe, esta práctica solo agrava el problema del descenso poblacional.
La Dra. Goodall nos habla en este vídeo, proyectado en el Winchester Hunting Symposium, sobre el impacto de la caza en las poblaciones y los ecosistemas.
En segundo lugar, otra consideración importante en relación con la presunta "conservación" impulsada por estos tipos de caza es que, además de la merma de población que cada individuo cazado supone, hay ciertos impactos vinculados que no se contabilizan en las cifras de la caza deportiva. Tomando una vez más el caso del león Cecil como ejemplo, tras la muerte del felino, sus crías fueron eliminadas por machos rivales, algo habitual en la naturaleza, ya que el nuevo líder rechaza las crías ajenas. Es decir, el número de muertes vinculadas a la caza deportiva es mucho mayor que el que sus defensores muestran. Por otro lado, la caza para suministrar crías y venderlas como mascotas o para el mundo del espectáculo también esconde terribles números detrás. Se calcula que por cada cría de chimpancé extraída de la naturaleza, siete miembros de su familia han muerto para defenderla, incluyendo siempre a la madre, ya que defenderá al infante hasta el final.
En tercer lugar, tambien a nivel "conservación", hay un efecto genético derivado de la caza de trofeos. Generalmente, los cazadores buscan a los animales con características físicas destacadas, típicamente vinculadas a aspectos reproductivos. Esto afecta a la transmisión genética de los considerados como individuos dominantes, provocando una degradación de la especie. En este sentido, la doctora Goodall señala además que "la caza de trofeos posiblemente esté teniendo un efecto dañino en el futuro de las especies, porque los cazadores persiguen a los leones con las melenas más frondosas, los antílopes con los cuernos más grandes, los jabalíes con los mayores colmillos. En otras palabras, principalmente machos en su mejor momento, los que tienen los genes más propensos a perpetuar la fuerza y la grandiosidad de la especie".
Asímismo, un estudio realizado en Mozambique ha demostrado cómo afecta la caza de trofeos a la fisionomía de las poblaciones de elefantes. Debido a la presión de los cazadores, gran parte de la población de paquidermos carece de colmillos, además de haber disminuido notablemente. Esto se relaciona, por un lado, con la caza de los individuos para obtener el marfil y, por el otro, con la reproducción de elefantes sin colmillos, heredando los descendientes esta característica.
En cuarto lugar, cabe cuestionar a dónde van las grandes cantidades de dinero que pagan los cazadores por los safaris. Este argumento es uno de los principales para los defensores de la caza deportiva, ya que aseguran estimula la economía de las comunidades empobrecidas (lo cual podrían lograr, si ese fuera su objetivo real, donando directamente su dinero a proyectos que financien su desarrollo sostenible). Sin embargo, la burocracia y la empresa privada es la mayor beneficiaria de estos ingresos de la caza, revirtiéndose en el mejor de los casos un porcentaje muy reducido a la conservación de las especies o los ecosistemas,o al desarrollo comunitario.
Por un lado, ya que algunos argumentan fines de "conservación" en este tipo de caza, hay que tener en cuenta que si la especie objetivo se enfrenta a otro tipo de amenazas, como la destrucción de su hábitat o el tráfico ilegal como suele ser el caso, el efecto de la caza deportiva se multiplica, haciendo inestable las poblaciones y acelerando su merma y desaparición. Así pues, tras la muerte del famoso león Cecil a manos de Walter Palmer, un dentista de Minnesota que pagó 50.000 euros por acabar con la vida de tan majestuoso animal, el House Committee on Natural Resources lanzó un informe relativo a esta premisa. En el mismo, se analizan los efectos de la caza de trofeos en las poblaciones de ciertas especies amenazadas: el león africano, el elefante africano, el rinoceronte blanco, el rinoceronte negro y el leopardo. Este informe concluye que la insostenible ratio de caza ha causado un descenso en la población de leones africanos y leopardos. Además, la limitación con vallas de las áreas de caza han fragmentado el hábitat e interrumpido las migraciones naturales. Por otro lado, la caza deportiva y furtiva de elefantes ha superado la ratio reproductiva de la especie. En conclusión, asegura el informe, esta práctica solo agrava el problema del descenso poblacional.
La Dra. Goodall nos habla en este vídeo, proyectado en el Winchester Hunting Symposium, sobre el impacto de la caza en las poblaciones y los ecosistemas.
En segundo lugar, otra consideración importante en relación con la presunta "conservación" impulsada por estos tipos de caza es que, además de la merma de población que cada individuo cazado supone, hay ciertos impactos vinculados que no se contabilizan en las cifras de la caza deportiva. Tomando una vez más el caso del león Cecil como ejemplo, tras la muerte del felino, sus crías fueron eliminadas por machos rivales, algo habitual en la naturaleza, ya que el nuevo líder rechaza las crías ajenas. Es decir, el número de muertes vinculadas a la caza deportiva es mucho mayor que el que sus defensores muestran. Por otro lado, la caza para suministrar crías y venderlas como mascotas o para el mundo del espectáculo también esconde terribles números detrás. Se calcula que por cada cría de chimpancé extraída de la naturaleza, siete miembros de su familia han muerto para defenderla, incluyendo siempre a la madre, ya que defenderá al infante hasta el final.
En tercer lugar, tambien a nivel "conservación", hay un efecto genético derivado de la caza de trofeos. Generalmente, los cazadores buscan a los animales con características físicas destacadas, típicamente vinculadas a aspectos reproductivos. Esto afecta a la transmisión genética de los considerados como individuos dominantes, provocando una degradación de la especie. En este sentido, la doctora Goodall señala además que "la caza de trofeos posiblemente esté teniendo un efecto dañino en el futuro de las especies, porque los cazadores persiguen a los leones con las melenas más frondosas, los antílopes con los cuernos más grandes, los jabalíes con los mayores colmillos. En otras palabras, principalmente machos en su mejor momento, los que tienen los genes más propensos a perpetuar la fuerza y la grandiosidad de la especie".
Asímismo, un estudio realizado en Mozambique ha demostrado cómo afecta la caza de trofeos a la fisionomía de las poblaciones de elefantes. Debido a la presión de los cazadores, gran parte de la población de paquidermos carece de colmillos, además de haber disminuido notablemente. Esto se relaciona, por un lado, con la caza de los individuos para obtener el marfil y, por el otro, con la reproducción de elefantes sin colmillos, heredando los descendientes esta característica.
En cuarto lugar, cabe cuestionar a dónde van las grandes cantidades de dinero que pagan los cazadores por los safaris. Este argumento es uno de los principales para los defensores de la caza deportiva, ya que aseguran estimula la economía de las comunidades empobrecidas (lo cual podrían lograr, si ese fuera su objetivo real, donando directamente su dinero a proyectos que financien su desarrollo sostenible). Sin embargo, la burocracia y la empresa privada es la mayor beneficiaria de estos ingresos de la caza, revirtiéndose en el mejor de los casos un porcentaje muy reducido a la conservación de las especies o los ecosistemas,o al desarrollo comunitario.
"Simplemente, no me puedo poner en la mente de una persona que paga miles de dólares para ir y matar a un bello animal solo para alardear, para mostrar sus habilidades y su valentía. Especialmente cuando, por lo general, no implica ninguna de esas capacidades, ya que se dispara con un rifle a larga distancia. ¿Cómo puede alguien con un mínimo de compasión sentirse orgulloso de matar a esas magníficas criaturas? Leones, leopardos, antílopes, jirafas y todos los demás animales considerados trofeos son hermosos, pero solo cuando están vivos. Cuando los matan, representan las tristes víctimas de un deseo sádico de lograr alabanzas de sus amigos a expensas de criaturas inocentes", Dra. Jane Goodall.
Finalmente, es necesario volver a considerar el aspecto ético. Es un hecho probado que los (otros) animales también tienen mentes complejas, muestran emociones, se organizan en grupos afines, resuelven problemas... A nivel de conservación de las especies, la caza deportiva y de trofeos es totalmente cuestionable como estrategia, y al nivel de la ética y la moral, es injustificable. A finales de 2013, Estados Unidos establece una estrategia nacional de lucha contra el tráfico de vida silvestre y la prohibición comercial sobre el comercio de marfil de elefante, a raíz de la cual la Dra. Goodall reflexiona: "Los elefantes son seres maravillosos. Pueden vivir más de 60 años. Tienen una sociedad compleja, y forman vínculos de afecto y apoyo con su familia y amigos. Los elefantes son muy inteligentes, y muestran profundo dolor por la muerte de un miembro de la manada. Es muy triste que alguien quiera dispararle a un elefante".
Por si todo esto fuera poco, cabe añadir las deleznables condiciones en las que se desarrollan algunas de las batidas de caza mayor. Lo que antaño era considerado una pericia, el rastreo de un animal, su persecución y la batida, hoy en día llega a ser un espectáculo dantesco. Buen ejemplo de ello es, una vez más, el caso del león Cecil. Tras ser atraído deliberadamente fuera de los límites del parque nacional, el felino fue alcanzado por una flecha. "Cecil sufrió una crueldad increíble durante al menos 10 horas, gravemente herido y muriendo lentamente”, asegura el Dr. Andrew Loveridge, biólogo que siguió los pasos de este león durante 11 años de investigación.
También se han denunciado otras prácticas deleznables entorno a la caza de trofeos. El alto coste de los safaris implica una gran expectación y los cazadores exigen regresar con algo que muestre que su inversión ha valido la pena. Esto provoca que algunos guías incumplan la ley, droguen a los animales, empleen vehículos y luces artificiales intrusivas y practiquen la caza en pequeños territorios cerrados, como las más de 200 granjas de cría de leones en Sudáfrica, destinados a ser cazados en un recinto cerrado del que no pueden huir y que asegura el trofeo al cazador.
"He intentado con todas mis fuerzas imaginar cómo es posible enorgullecerse y regocijarse con el asesinato de un precioso animal. Definitivamente, soy incapaz", Dra. Goodall.
En resumen, las especies se enfrentan a tremendas amenazas, como la destrucción del hábitat o el tráfico ilegal de animales silvestres, pero la caza deportiva o de trofeos no hace sino agravar su delicada situación. No es una vía de conservación eficaz ni un medio económico sostenible para las comunidades humanas ni para la protección del entorno. Existen alternativas para alcanzar dichas metas, como el ecoturismo y la puesta en valor de la biodiversidad en vida, no a través de su muerte. En este sentido, destacamos un caso de éxito basado en la ética y la conservación real del entorno y las especies, contando con la colaboración y el desarrollo sostenible de las comunidades humanas: la declaración del ecosistema de Gombe Masito Ugalla, región en la que el IJG está presente desde hace décadas con su trabajo, como Reserva Oficial de la Biosfera. Un paso más en la conservación del chimpancé y muchos otros animales gracias a la búsqueda del equilibrio armónico entre el ser humano, los demás animales y la naturaleza.
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