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Una madre para los chimpancés huérfanos rescatados: Antonette


Las cuidadoras son vitales para sanar y rehabilitar a los chimpancés víctimas del tráfico ilegal

Los chimpancés rescatados por el Instituto Jane Goodall suelen ser crías robadas a sus madres por los cazadores furtivos, por lo que a menudo son testigos de una terrible violencia y se ven obligados a vivir en jaulas diminutas con poca comida. Esto implica que estén en terribles condiciones físicas y emocionales a su llegada al Centro de Rehabilitación de Chimpancés de Tchimpounga y que necesiten cuidados urgentes para recuperarse. Ahí es donde interviene el increíble personal local del IJG, especialmente nuestras experimentadas cuidadoras de chimpancés

Al igual que los niños humanos, los chimpancés tienen un largo periodo de desarrollo y suelen depender de sus madres hasta los ocho años o más. Están indefensos durante seis meses, dependen de la lactancia de sus madres durante tres años y aún se aferran a ellas hasta por lo menos los cuatro años. Cuando los chimpancés huérfanos rescatados llegan a Tchimpounga, son cuidadoras como Antonette quienes actúan como madre sustituta. Como muchos son solo bebés cuando llegan, Antonette y sus colegas les dedican 24 horas de cuidado y afecto. Su objetivo es conseguir que el bebé chimpancé se sienta protegido, seguro y amado, ya que esa temprana edad es crucial para su desarrollo psicológico. A lo largo de los años, Antonette ha cuidado de un gran número de huérfanos rescatados.
 
 

Cuidando durante la guerra civil
Durante la guerra civil (1997-1999) de la República del Congo, la capital del país, Brazzaville, fue testigo de una tremenda violencia. En el zoológico de Brazzaville, donde los cuidadores de la Fundación Aspinall atendían a las crías de gorilas, tanto los humanos como los animales estaban en peligro. Por ello, la Fundación Aspinall decidió trasladarlos al Centro de Tchimpounga del IJG, en el oeste del país, un hogar tranquilo y alejado del conflicto.

Allí Antonette, residente local, se convirtió en una de las cuidadoras elegidas por la fundación, dada su experiencia. Con valentía, asumió la responsabilidad de cuidar a cinco pequeños gorilas nacidos durante la guerra. Gracias a su compromiso y dedicación, los bebés gorilas sobrevivieron y fueron enviados a un santuario seguro para que vivieran en paz. Poco después de terminar la guerra, el personal de Tchimpounga le ofreció un puesto de cuidadora de chimpancés en el centro, donde ha trabajado desde entonces.
 
Salvar una especie día tras día
Un día típico de trabajo para Antonette es muy diferente al de muchos de nosotros. Sus oficinas son recintos y bosques de Tchimpounga. La jornada de una cuidadora comienza con la primera comida de los chimpancés. Para Antonette, que cuida de los huérfanos más jóvenes de Tchimpounga, esto significa biberones de fórmula especial para bebés.
 
 
Antonette descubrió que cuidar a los bebés chimpancés o gorilas era muy parecido a cuidar a los bebés humanos. Cada uno necesita amor, cuidados y atención. Por suerte, ella tiene un talento innato. Siempre muestra paciencia para ayudarles a salir adelante, les guía para que den lo mejor de sí mismos y se asegura de que crezcan y se conviertan en miembros sanos, fuertes y socialmente integrados en sus comunidades de chimpancés.
 
Curar los horrores de la caza furtiva
El trabajo de Antonette nunca se detiene. Muchas de las crías llegan a Tchimpounga angustiadas y asustadas tras haber sido arrancadas violentamente de sus madres como consecuencia de la caza furtiva y el tráfico ilegal de animales salvajes. Para ayudarles a superar su profundo trauma y sufrimiento, Antonette asume plenamente su papel de madre sustituta y se dedica a cuidarles las veinticuatro horas del día, igual que hizo con sus propios hijos. Esto incluye dormir con los chimpancés y despertarlos durante la noche para alimentarlos.
 
 
Comer, jugar, dormir, repetir
Una vez que los chimpancés se han saciado de comida, son libres de relajarse, jugar y explorar, viviendo todas las aventuras que el santuario les ofrece. Antonette acompaña a los bebés a un bosque cercano donde pueden trepar a los árboles, chapotear en los arroyos y probar las plantas y frutos bajo su mirada cariñosa. Proporcionar una sensación constante de amor y protección es crucial para la rehabilitación de los bebés.

 

Durante los muchos años que lleva en Tchimpounga, Antonette ha devuelto la salud a algunos de nuestros chimpancés más traumatizados. En los ojos de cada uno de estos chimpancés, Antonette ve cómo van desapareciendo el terror y la depresión con la que llegaron. Esta transformación es posible gracias a su amor, que no conoce límites de especie.

Cómo puedes ayudar

Tchimpounga no existiría sin cuidadoras de chimpancés como Antonette. Su dedicación y amabilidad permiten al Instituto Jane Goodall dar a los chimpancés rescatados  la segunda oportunidad que merecen. Antonette puede continuar su vital trabajo gracias a nuestros generosos socios y donantes.

Junt@s podemos asegurar un futuro mejor a los chimpancés para que dejen de estar en peligro de extinción. Apadrina como soci@ Chimpamig@, hazte teamer de nuestro grupo o realiza una donación puntual y contribuye a hacer posible el trabajo de Antonette y otras trabajadoras de Tchimpounga. Cada acción marca una gran diferencia y tú puedes marcar un antes y un después en la vida de los chimpancés rescatados por el IJG. 
 
 

El IJG no aprueba el mascotismo de primates ni el contacto o la interferencia con chimpancés salvajes. Los chimpancés que interactúan con cuidadores profesionales en estas imágenes son huérfanos rescatados y viven en el Centro de Rehabilitación del IJG en Tchimpounga, Congo.

06/07/2022
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